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FOTOS CON HISTORIA - NUESTROS AÑOS OCHENTA

 FOTOS CON HISTORIA

Nuestros años ochenta


Por María Rosa  Valle (Pupita) 


Los años ochenta,  que se corresponden con  la etapa final de la última dictadura militar y los inicios de la  democracia, fueron  épocas desangeladas para la expresión murguera en estas latitudes. Eran pocas las agrupaciones que resistían con voluntad y pasión los embates de las persecuciones,  las penurias económicas y las prohibiciones. 

La década fue oscura como pocas para esta vertiente de la cultura popular y se dificulta rastrear los pasos de las  poquísimas murgas tradicionales existentes en ese momento, tanto en el ámbito porteño como en el conurbano bonaerense, donde, a pesar de todo, el carnaval tenía mayor  presencia. Estos agrupamientos funcionaron  a la manera de correa de transmisión entre el esplendor de tiempos pasados y las experiencias novedosas y los intentos organizativos de los decenios siguientes.  Sería sólo recién en 1997 que las actividades desarrolladas por las asociaciones de carnaval  fueran declaradas patrimonio cultural de la Ciudad de Buenos Aires.   

Aún así, hay en las imágenes arrancadas al olvido, ciertas señales, trazos, que conservan costumbres, maneras, haceres populares, una memoria que sigue viva y nos interpela.  Revisitadas desde el hoy  estas estampas no sólo  tejen tramas entre ellas sino que dialogan con el complejo mosaico murguero del presente. Como, por ejemplo, las que generosamente nos acercan Liana Anabel Silva, actualmente Directora General del Centro Murga Enviciados por Saavedra; Héctor Fabián Cicero, glosador y cantor del Centro Murga Los Viciosos de Almagro y Jorge Horacio Amico, Roly, multifacético cantante, bailarín y bombista del Centro Murga Los Viciosos de Villa Martelli. 





              LIANA ANABEL SILVA - CENTRO MURGA LOS CALAMARES DE SAAVEDRA



Cuenta Liana: “En esta foto yo debería tener siete años. Empecé a los seis y mi primer carnaval fue en 1982, que es cuando empiezan a salir Los Calamares. De ahí no paré. Desde el 86 seguí en Los Reyes hasta el 2004, año en que nació Enviciados. Está tomada en la Calle del Medio. Me la sacó mi papá, que era nuestro fan número uno, claramente, y siempre nos seguía y nos sacaba fotos. El barrio está dividido por esa calle, que no tiene nombre y para nosotros, los que vivimos en el barrio, siempre fue la Calle del Medio. En la época de Los Calamares, por lo general, lo que solíamos hacer antes de salir en las noches de carnaval era desfilar por la Calle del Medio del Barrio. En esa época era irte a las seis de la tarde y volver a las tres o cuatro de la mañana y nosotros, los chicos, volvíamos dormidos porque era muy tarde, íbamos a provincia, no hacíamos sólo la recorrida del carnaval porteño, como se hace ahora. Mi relación con los carnavales es de muy temprano en mi vida. Recuerdo que cuando tenía cuatro o cinco añitos - sería 1980 o 1981 - iba de acompañante en los viejos Elegantes de Saavedra, los primeros. Ahí salía mi primo hermano, el Chango, murguero de toda la vida, que después también salió en Los Calamares, en Los Magos, en Los Reyes.. El es el hijo de mi tía Rosa, la hermana de mi mamá, que después nos siguió llevando a todos en Los Calamares. Yo iba a acompañar porque mi papá recién me dejó salir cuando tenía seis años. Siempre me acompañan los recuerdos de esa época porque estaba Américo, que era en ese momento uno de los directores generales. Y a mí me llamaba la atención porque a cada murguero, antes de subir al micro, le miraban que tenga el moño rojo en la zapatilla. Siempre me quedó eso: ¡Lo estricto que era en ese momento todo! Estricto, en el sentido de que Américo fue un director de carácter. Y un año, que él salió con nosotros en Enviciados, yo le decía: Yo me acuerdo de vos de chiquita, de verte siempre con autoridad. Son recuerdos, visiones, fugaces que tengo de ese momento: cuando iban cerquita Los Elegantes, me iba con mi tía o le pedía a mis viejos que me llevaran. Hasta que cuando cumplí los seis, mi viejo me dejó salir y me llevaba mi tía Rosa. A nosotros los apliques nos los hacía mi mamá, Leticia. Y las coronitas que tengo en la cabeza me las hacía ella también. Siempre cosió. Ahora ella sale en Enviciados pero cuando era chica salía en Los Rejuntados o se iba para alguna murga de Martelli, que era donde tenía sus amigas. Los trajes nos los hacía Elvira, otra tía nuestra, que era modista de acá del barrio. Ella fue también la primera modista de Enviciados. Hoy, su hija, Estela, y sus nietas salen todas con nosotros en Enviciados. Lo mismo pasa con Cochi y Lolita, mis vecinas y amigas, que también salían en Los Calamares y hoy están en Enviciados."






       LIANA ANABEL SILVA - CENTRO MURGA LOS CALAMARES DE SAAVEDRA


“En esta otra foto estoy con mi tía Rosa, que era quien me empezó a llevar, junto a Mely, mi hermana, que es la de rulitos, hoy actualmente Enviciada. El bebé que llora es Tuly, mi primo hermano de dos añitos y que hoy está en silla de ruedas en nuestro escenario, dirige y escribe las letras de Enviciados. El del medio es mi otro primo hermano, Raúl (alias Turu) que empezó en Los Curdelas de Saavedra. El nene de flequillo es mi otro primo, Lucas. Estamos en el Club Juventud de Saavedra, esperando en un costado. Esto me lo confirma mi mamá. Era ahí donde iba mi papá o al All Boys de Saavedra y nos sacaba las fotos. Era super lindo llegar a esos dos lugares, que era donde estaba la gente del barrio, los vecinos del Barrio Mitre. Siempre terminábamos ahí la recorrida de la noche. Y después, a partir del 86 nos empezó a llevar mi abuela Ramona, la mamá de mi papá, porque mi tía no podía por trabajo. Ella se ocupaba de nosotros y estuvo conmigo hasta el último carnaval, cuando ya apenas caminaba. Yo le pedía a mi tía que la llevara al corso más cercano donde íbamos a estar con Enviciados y se metía con nosotros en la murga porque siempre le encantó. En Los Calamares, además de mujeres y mascotas, salían personas trans, travestis. Siempre me acuerdo de dos, Vanesa y una morocha a la que le decían Moria. Ellas venían y se quedaban en el barrio porque tenían mucha amistad con vecinos de acá. Una de ellas venía siempre a casa. Vane era más excéntrica. Ella siempre andaba con mallas. Y Moria llevaba vestidos con unos armazones inmensos. Llamaban mucho la atención y les venían bien a la murga. Cuando vos ibas a hablar con los corseros de provincia una de las preguntas que tenían era cuántas vedettes había. En algún punto se les daba ese lugar para poder encontrar espacios para salir."




    



               JORGE HORACIO AMICO, ROLY - CENTRO MURGA LOS VICIOSOS DE VILLA MARTELLI

Ahora es Roly quien hace memoria: “Acá estoy con el Negro Chocolate (o Empanada, como también le decíamos) que ya no está entre nosotros. Los que se ven de fondo, tocando el bombo, uno tapado por Chocolate y el otro tapado por mí, son Beto y Chicho, que tampoco están con nosotros. El que está al fondo de todo es Juan Carlos, Serrucho. Los voy comentando por sus sobrenombres porque así nos conocíamos en la murga. Esto fue en el año 1985, a los dos años de empezar la democracia. Yo debería tener 26 o 27 años, era un purrete. A Los Viciosos de Villa Martelli la formamos en la década del setenta pero esa vez fuimos al Teatro San Martín, a un Congreso Internacional de Alfabetización, que en esa oportunidad se hizo en la Argentina. Había gente de la y de mucho otros lugares del mundo. Fue muy lindo. Se coparon con el ritmo que teníamos en aquella época. No existían tanto las murgas con redoblante, trompetas, como hay ahora. Salimos del teatro a bailar en plena Avenida Corrientes ¡y se llenó! Era raro en aquella época ver una murga fuera de los carnavales. Era muy raro… A nosotros ahí nos llevó el amigo Coco Romero cuando recién empezaba a meterse en esta historia de los carnavales. Porque él después recorrió el mundo. Para nosotros también era una cosa nueva, salir fuera de los carnavales. Los Viciosos en aquel tiempo estaban en su apogeo, a pleno. Esa noche nosotros nos sentimos muy bien entre toda esa gente. Se admiraban de vernos, de nuestro baile, de nuestro ritmo, de nuestra tradición. Y después de esto tuvimos una entrevista que nos dedicó la revista Libre. Fueron dos o tres páginas. Esa revista tenia una muy buena tirada y fue una de las primeras en asociarse al destape. Ahí nos vio mucha gente, como si fuéramos famosos. Es una de las tantas historias lindas que vivimos con la murga. Más acá, en la década del noventa, ya se acostumbraba ver las murgas fuera de los carnavales, en cumpleaños, fiestas de egresados y otros lugares de esos. Atrás de todo, en la foto también se ve una de las chicas. Para esa época - incluso unos años antes - las mujeres ya tenían más participación en los Centro Murga. Anteriormente, no era así. Estaba Marta Conde, por ejemplo. Y estaban los Porcel de Peralta, una familia de Villa Martelli, de la que salían todos, mujeres y varones, con nosotros. Esa vez, las vedettes no estuvieron. En la década del setenta, las vedettes o las transformistas, como se las solía llamar, y que yo llegué a conocer, eran varones profesionales, por ejemplo: médicos, también gerentes bancarios, que llegados los carnavales, se vestían de mujer. Se usaban mucho los trajes de dama antigua con grandes plumas. Gente muy respetable. Había en zona norte, recuerdo, un cuerpo de vedettes que se llamaban La Petit Carrousel. Eran entre quince y veinte transformistas, ¡un espectáculo! Después de 1976 con el gobierno militar las travestis seguían saliendo con nosotros pero no era lo mismo. La policía no las quería. No las quería el gobierno, bah. Aunque podíamos salir igual, era jodido sacarlos.. Después en 1983 con la democracia vino el destape y ahí empezaron a aparecer las travestis. Que quiero decir con el destape: Había murgas que tenían travestis con plumas, etcétera, y otras que llevaban todo a full. A Los Viciosos de aquel momento no nos parecía bien sacarlas así tan desnudas, faltas de ropa, sobre todo, porque íbamos a lugares donde había pibes. También pasaba que incluso en democracia habían quedado algunos resabios de la dictadura. Por ejemplo íbamos a un lugar donde había una iglesia cerca y el cura párroco lo prohibía y no podían bajar del micro o, si no, tenían que estar muy tapadas."


           JORGE HORACIO AMICO, ROLY - CENTRO MURGA LOS VICIOSOS DE VILLA MARTELLI



"Acá estamos cantando con el Viudo en la parte de abajo, en la explanada del teatro, antes de salir hacia la Avenida Corrientes. El fue uno de los fundadores de Los Viciosos de Villa Martelli. Estamos rodeados de toda la gente del público, que había ido al Congreso. La vestimenta nuestra tradicional siempre fue chaqueta o casaca. Pero yo saqué en ese tiempo una levita porque en ese tiempo se distinguía al cantor del resto de la murga, con otra clase de traje. A veces, las murgas de Capital, que mayormente usaban levita, el cantor tenía otro tipo de ropa. Podía sacar levita pero era de otro color, mayormente en blanco o en negro."



 HECTOR FABIAN CICERO - CENTRO MURGA LOS VICIOSOS DE ALMAGRO



Recuerda Héctor: “Esto es el Club Islandia en Villa Urquiza. Es una foto del final de los años ochenta. En esa etapa, la mayoría de las actuaciones de Los Viciosos eran en clubes de barrio. Estos son nuestros primeros pasos como cantantes míos y de mi hermano gemelo, Osvaldo. Yo soy el que está atrás, esperando mi turno porque había solamente un micrófono y se usaba cuando uno cantaba. Yo, mi parte y Osvaldo la suya. O ayudaba en el coro. Hacíamos entradas o retiradas a dos voces y nos pasábamos el micrófono. El resto de la murga, desde abajo, cantaba a capella los coros. Con nosotros sobre el escenario está una de las vedettes, una transformista y dos o tres de los integrantes más grandes que subían para hacer bulto y cantar desde ahí arriba. Sacábamos una cantidad de travestis y transformistas que hacían furor por donde fuera que íbamos, incluso Batato Barea y Cris Miró. Se sentían libres y aceptados en Los Viciosos. Ninguna de ellas usaba levita, venían con unos vestidos que te impactaban al verlos. En esos años había más o menos ochenta integrantes y teníamos cinco bombos con platillo, todos de cuero. No existían los parches hidráulicos, como en la actualidad. Entrábamos a los clubes con la murga formada desde la calle, por pasillos angostos para llegar al salón principal con mesas a un costado y tribunas del otro. En esos primeros años de escenario salíamos de traje azul, sin cola, diferenciado de la levita tradicional. No se usaban tantos apliques como ahora. La mayor cantidad de actuaciones eran en clubes de barrio. Se arreglaba el cachet de la función durante la semana con el presidente del club y la comisión directiva poniéndonos de acuerdo por los horarios de entrada. Los clubes subsistían con la venta de entradas. Se hacia un pequeño desfile en la entrada sobre la calle para que la gente ingrese a ver los espectáculos. Recuerdo los clubes Agronomía, Parque Chas, California, Islandia. El carnaval, era distinto, tenia un arraigo de la gente con la murga y el espectáculo, no existía la nieve, la gente se sentaba en las mesas, esperando que llegara la murga que le gustaba. Se reconocía a la murga por parte de los organizadores con premios, mediante la entrega de trofeos a la mejor murga, al mejor escenario, a los mejores bailarines, por ejemplo."








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