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TE PRESENTO A MI MURGA: CENTRO MURGA LOS PEGOTES DE FLORIDA (1924 – 2024)

 

TE PRESENTO A MI MURGA 

Por Roberto Sala

 

Pretendemos, desde este espacio, acercarnos a las murgas para que nos cuenten y compartan la riqueza de su historia, las actividades de este presente y, claro, los sueños para el futuro.

Desde Gestar Carnaval creímos oportuno, entonces, contactar a la que quizás sea la que más motivos tiene para cautivar nuestra atención porque no todos los días se cumplen cien años.

Así fue que nos comunicamos con Adrián “Chupete” Melgar, referente de Los Pegotes de Florida, para que nos contara cómo empezó esta gran historia y comprometiéndolo a que nos tenga bien informados de los festejos que están programando para el 2024, año del centenario.


CENTRO MURGA  

LOS PEGOTES DE FLORIDA   

(1924 – 2024)

Los Siete Ganzos

Corría el año 1923 y en el barrio de Florida, un pueblo del Gran Buenos Aires, cercano a la Capital Federal, era época de Carnaval y un grupo de muchachos pateaban (caminaban) sus calles al pulso del tradicional bombo con platillo (traído a Buenos Aires por los inmigrantes europeos) que marcaba el ritmo típico de este lado del Río de la Plata.

Se alzaba una voz, entonando una canción y un coro la acompañaba.

Eran Los Siete Gansos, que por aquella zona de quintas y corralones, iban de casa en casa y a los más pudientes, picarescas acompasaban, regalaban una pasadita, a cambio de la simpleza de un convite, de unas pintas y pan o factura casera, que ayudaban para seguir sus rondas al ritmo de sus pasos contorsionados.

Cierto día, Los Gansos, entusiasmados, se prolongaron en unas de sus paradas y continuaban con sus humoradas, algún vecino aburrido, ironizó. -¡Estos son unos Pegotes!

Cuando se fueron de allí, uno de los murguistas le dijo a su director -¿Viste lo que dijo ese tipo?

Y fue así que a los oídos del “Chino” aquel nombre había llegado y como ya eran más de siete, al Carnaval siguiente, así se llamaron.

De chiquilín, te miraba de afuera…

Los Pegotes de Florida, bajo la dirección de Alberto “El Chino” Domínguez, nacido en Buenos Aires, de origen español, fueron animadores de los Carnavales en el barrio de Florida hasta mediados la década del 40, casi sin interrupciones.

Con la influencia del manco Pedroza Kalisay, de Los Cabezones del Uruguay, de las famosas troupes, Un Real al 69 y Estudiantina.

Se gesta esta nueva agrupación…

Desde las tardecitas, cuando comenzaba a caer el sol y solía sentirse el aroma a pan y facturas, hechas con grasa de chancho, proveniente de algunas quintas, en esa atmosfera ya se latía el sonar del pulso de un bombo.

Comenzaba la rueda. El circuito, era casi siempre el mismo y comprendía las calles Malaver, H. Yrigoyen, las vías del Ferrocarril Mitre y los alrededores de donde se encuentra el Hospital de Vicente  López.

Sólo recorrían su barrio, allí donde vivían, muchos vecinos los esperaban en las puertas de sus casas, para convidarles con comida y bebida y otros los observaban con alguna desconfianza.

Para El Lolo, con sus apenas diez años de edad, ¡eran lo mas grande! Quedaba admirado, cuando los veía pasar, con su bombo con platillo de bronce, sus instrumentos confeccionados con latón, y toda la fantasía que emanaban; le pedía a sus padres para seguirlos y verlos llegado el Carnaval pero muchas veces se lo negaban, ya que para su familia y otros vecinos del barrio, estos eran unos “Malandras”.

Con Permiso… De Florida




Pasaron los años desde mitad de la década del 40 y ya estos legendarios Pegotes, habían decidido tomar un descanso, en sus recorridas en el mes de Carnaval.

Entrada la década del 50, aquel muchachito que los veía pasar, Roberto “El Lolo” Giusto, que ya había superado su mayoría de edad, decide ir a ver al “Chino” Domínguez para solicitarle seguir con la continuidad de la Murga.

Transcurrido un tiempo, era el mismo Chino, el que los miraba desde la esquina, los días que estos muchachos ensayaban, esperando la aceptación del viejo murguero. ¿El lugar? La Laguna, donde   hoy se emplazan los edificios de departamentos, en Remedios de Escalada, entre Av. San Martín y H. Yrigoyen, al costado de las vías, donde había un gran potrero.

Y se veía día a día como cada vez se sumaban más adeptos…

Llegó el carnaval de 1951 y “El Chino” le da el visto bueno a “El Lolo” Roberto Giusto, para continuar, con esta hermosa locura.

Pero esta vez, la conformación era distinta, debido a la mayor cantidad de murguistas, directores y la incorporación de más mascotas (niños) y a las mayores exigencias (como el traslado a otros barrios, donde eran contratados). 

Así se conforma una comisión directiva, Precedida por El Chino, Alberto Domínguez.

Esta será una nueva etapa la del Centro Murga Los Pegotes de Florida,  como, se veía su estandarte, en alusión a su nueva estructura y al barrio que representaba.

La Época Dorada


La etapa que comprende entre 1951 y 1963 de Los Pegotes de Florida, se puede decir que fue una de las mas llamativas, dado por la cantidad de integrantes, la prolijidad en sus trajes y lo llamativo en la estética de los objetos que mostraban en sus desfiles; Muñecos, abanicos, dados, globos, liras, coperos etc. (Fantasías). Todo por dos, a un lado y al otro de las líneas de desfile.

Su director general, Roberto “El Lolo” Giusto, era muy riguroso en todo sentido, respecto a la estética en su desfile, el contenido en el escenario, así como el comportamiento de quienes la integraban.

"El Lolo"  y quienes lo acompañaban en la organización como Lionel Arroyo, Miguel Bianco, Héctor Silva, Jorge Solmi, Alberto Dondo y los hermanos Cauteruccio, entre otros.

Trabajaban todo el año en función de la murga.  Por ejemplo el vestuario lo renovaban de un año al otro, trataban de que sean colores claros para que resalten las lentejuelas con las que decoraban sus trajes.  Uno de los colores recurrentes en las levitas era el celeste claro combinado con negro en cuello y puños; las zapatillas las pintaban a mano, realizaban sombreros para los murguistas, que eran los que llevaban las fantasías, y para los directores pedían galeras en desuso, en las firmas funerarias que luego serían decoradas con muñequitos, lentejuelas, flecos, espejitos, etcétera.  Algunas, como la del "Lolo",  hasta con melena.

Los parches de cuero de los bombos pasaban por el pincel de Sergio Di Ciocco que ya comenzaba a dar sus primeros trazos como letrista y pintor publicitario.

El bombo con platillo era el instrumento único y característico, no mas de tres o cuatro, pero ¡¡sonaban de una manera!! Los platillos  eran de bronce torneado, del espesor mas grueso que conseguían, y los bombistas que los hacían sonar, se movían acrobáticamente, como elevar el bombo por sobre la cabeza o pasarlo por debajo de las piernas.

Todos sus directores y especialmente “El Lolo” eran muy estrictos y detallistas.  Para que las presentaciones salgan bien e incluso los mismos ensayos "El Lolo" se mezclaba entre la gente espectadora para escuchar sus comentarios y en función de lo que oía, poder corregir ciertos detalles.

La estructura en el escenario era con cantores solistas como Rene Modernell ( Cantor y letrista), un coro, y también había un Tony (así lo llamaban) que cumplía la función de clown.

Debajo del escenario, en el momento del desfile, el Tony mangueaba (pedía dinero con una alcancía).

El estilo de canciones, eran las picarescas, que abordaba la crítica social desde la creatividad y el doble sentido. "El Lolo" concebía la murga como un lugar para todos y su finalidad era alegrar y lo lograba en cantidades.

Eran invitados a participar en carnaval en clubes de barrio, corsos y corsitos de diferentes barriadas. Habitualmente iban a La Boca, Retiro, Villa Devoto, Villa del Parque, San Andrés, San Isidro, entre otros barrios. Y se trasladaban en camiones de hacienda que les prestaban.

En aquella época, había menos semáforos, (contaba El Lolo) así que era mas ligero moverse de un lado a otro.

Los Pegotes eran la única murga que participaba en el corsito de la calle Pasteur en el bajo de Vicente López.  Este era organizado por una vecina que cortaba la calle e invitaba a que vayan los niños disfrazados acompañados por sus padres.

En cuanto a la disciplina del Centro Murga, "El Lolo" era muy exigente y bastante duro con los métodos que aplicaba, siempre llevaba consigo una varita, y a quién no se moviera con ganas, daba golpecitos en sus piernas para que bailase…

También le exigían de la comisaría de la zona un listado completo, con nombre, apellido y numero de documento de todos sus integrantes.

La conformaban todos hombres, y una gran cantidad de jóvenes adolescentes. Aún no participaban las mujeres, ya que no estaba bien visto. Si lo hacían desde sus casas colaborando con los vestuarios.

Algo llamativo, era que habían incorporado a uno de sus directores, vestido de mujer, de este modo captaban mucho la atención, a cada lugar que se presentaban.

"El Lolo" siempre aclaraba. ¡¡Mirá que no era maricón eh!! ¡¡Era bien hombrecito!! ¡¡Sabes las de minas que se levantaba!!

Otra de las cosas novedosas era que en el momento del desfile las filas se movían por momentos zigzagueando, y en el medio del mismo contaban con un carrito a ruedas, el cual llevaban unos micrófonos conectados a un amplificador, a su vez alimentado por una batería de auto. Este sistema conectaba a unos parlantes, que estaban dentro de dos estrellas (fantasías) una a cada lado de la calle. De este modo, ingresaban cantando a los sitios que se presentaban.

El ocaso de esta etapa se da por diferencias internas de nuevos referentes que surgían dentro de sus integrantes y una no muy clara versión de que los instrumentos del Centro Murga llegan a manos de los Curdelas de Saavedra a disgusto del "Lolo" y que un día se plantó solo en medio de un ensayo de estos, para reclamarlas… Pero no tuvo éxito…

Tenemos que pensar, que mas allá del carácter de Roberto “El Lolo” Giusto, también estaba detrás toda una organización encabezada por Alberto “El Chino” Domínguez, su fundador.

El Loco

A partir del año 1963 y luego de alejarse El Chino del Centro Murga, también lo hará "El Lolo".  Dando paso a dos nuevos lideres que ocuparían estas vacantes. Es aquí donde toman la posta, Juan “Musso” Pedrelli (apodado así por Mussolini) y Enrique “El Loco” Ruggilo. Ellos continuarán dirigiendo y organizando la murga hasta mediados de  los 60 y a partir de allí por desentendimientos de grupos que respondían a uno y a otro, se debaten sin mediar dialogo y a razón de los golpes, se van a las manos…

De este enfrentamiento, salen airosos los seguidores de “El Loco” Ruggilo, en cambio “estropeados” queda el grupo de “Musso” Pedrelli. Entre ellos Alberto “Peduto” Albano. Así nacen Los Estropeados de Padilla. 

La etapa de Enrique “El Loco” Ruggilo dentro del Centro Murga, también ha dejado huella. Los primeros ensayos, surgieron en las adyacencias de las calle Estanislao del Campo, entre Urquiza y Vergara en Florida Oeste, para luego trasladarse a Panamericana y Malaver.

Algo más que significativo es la participación de la mujer en la etapa de “El Loco”, ya no como colaboradora desde afuera, en la confección de trajes, sino que ahora lo hacían como integrantes en sus desfiles primero, acompañando a las mascotas y luego ocupando un lugar propio en el desfile y en cuestiones organizativas, como por ejemplo Mercedes.

Otra característica, muy singular dentro de sus desfiles fue la incorporación de un grupo de transformistas, llamado “La Petit Carrousel” y en años posteriores, se sumarían Flor de Loto, La Mecha, La Gorda Atilio y Mónica Lujan entre otras.

En esta etapa, se seguía cuidando mucho la prolijidad en el vestuario, influenciada por la histórica tradición.

En muchos barrios de la Ciudad de Buenos Aires y sus adyacencias solían rivalizar con otras murgas, teniendo que recurrir a buscar corsos y presentaciones, en las afueras del conurbano y otros pueblos del Gran Buenos Aires sin  que esta fuera la solución.

Seguían renovando sus trajes, año a año, con su clásico celeste y negro, alternando a veces con fucsia y azul y rojo y azul, incluso pantalón blanco (según registros fotográficos)

Tenían amplia convocatoria, dada la magnitud y esplendor en sus desfiles y escenario. Podemos mencionar de esta época desde “Delfor” en el inicio del desfile, llevando su estandarte. (También modisto de la agrupación. ) “Tarzán” otro de sus personajes abriendo el desfile como lanzallamas, bailarines como “Cámara Lenta”, “Moneda”. también bombistas como, Oscar “Tuti” Gonzalez, “Rafa”, “Changío” y Ernesto “Paloma” Cauteruccio, y venían luciéndose jóvenes bailarines, como “El Negro” Vélez, “Miguelillo” y “Cachito” Amigo. Personajes como Juan Jose Leo “El Gordo",   los hermanos  Ruggilo, entre ellos el “Loco” y cantores como, Alberto “Yuyu” Gómez y “El Manco” Luis.

Como verán, en esta etapa, no se presentaban los documentos en la “taquería” (comisaría).

Donde se presentaban eran motivo de comentarios siendo imposible que pasen desapercibidos.

Los Solistas

En el año 1985, y en vísperas del verano del 86, se conformó la murga, bajo el nombre de Los Solistas de Los Pegotes de Florida. Para realizar una serie de eventos en las noches de Carnaval, en el Club 25 de Mayo, en Olivos.

Luego de la primer presentación, fueron contratados para cubrir actuaciones en un corso del barrio de Belgrano e incluso otros clubes de la zona, como el Unión de Munro.

La dirección de la Murga, estaba a cargo de Sergio Di Ciocco (aquel que pintaba los instrumentos en la época del "Lolo")

Acompañaban los bombos de “Paloma”, y en el escenario, estaba Alberto “Yuyu” Gomez,

Y hasta habían nombrado un presidente… Ni más ni menos que Ernesto Cauteruccio. También fue de gran importancia, la colaboración de Alfredo Gonzalez y su familia desde  la comisión organizadora.

Donde se presentaban, arrancaban carcajadas, debido a las canciones picarescas de “Yuyu”.

Se había creado un ambiente muy familiar, con familias enteras que participaban activamente, destacándose la elegancia en los trajes.

Ese año lucieron los colores celestes claros y negros, en sus levitas. Y sólo se presentaron ese carnaval, el de 1986.

Blanco y Bordó

En la década del 90 comienza el auge de las Murgas de “Taller”, formaciones pequeñas en diferentes barrios de Capital Federal,  generalmente en centros culturales o plazas que se autoconvocaban.

Su estructura y su identidad era la Murga tradicional porteña, aunque se forman nuevas murgas en los barrios que promovían el trabajo en comisiones.

Desde lo artístico se toman también elementos influyentes de otras culturas carnavaleras, como las cuerdas de voces (Murga Uruguaya) y otros instrumentos musicales que se acoplan al tradicional bombo con platillo.

Año 1998. Diego “El Gruñon”, junto a Carolina Ortú y Yamila Gonzalez, llegan a la placita de la estación Florida Este con las intenciones de retomar los pasos de los antiguos fundadores. Pero esta vez eran las mujeres quienes llevaban la dirección del baile.

Pasan los meses y la murga del Barrio crece. Se suman nuevos jóvenes. Algunos integrantes se reúnen con los referentes de las dos murgas más representativas de Florida que ya habían dejado de salir: Los Locos del Cuarto Piso (1949) de los hermanos  Franchella y Los Pegotes de Florida (1924) del “El Lolo” Giusto.

Ambos ex directores transmiten, anécdotas y enseñanzas de antaño pero quién mas toma entusiasmo y consiente la idea de que los Pegotes vuelvan a salir es Roberto “El  Lolo” Giusto que en pocos meses entrega gran parte de registros fotográficos, trofeos ganados en diferentes corsos y su propia galera.

A su vez dada su avanzada edad, y no poder acompañar tal proyecto sugiere la importancia de generar vínculos con un artista como pocos: Sergio Di Ciocco y El  Gordo Leo.

Ya se está a pocos meses del carnaval del año 1999 y lamentablemente “El Lolo” nos deja terrenalmente.

Se conforma una comisión directiva  presidida por Sergio Di Ciocco y un gran aporte en el consejo de otro viejo integrante, Carlos “Cachito” Amigo.

Para el Carnaval de 1999 salen nuevamente Los Pegotes de Florida; esta vez los colores elegidos son el blanco y bordo por una decisión mayoritaria entre otras tres opciones. Estructura puramente tradicional, bombos con platillo, muchas fantasías, muñecos en latón confeccionados por Alejandro Bandic y pintados por Sergio Di Ciocco.

En el escenario con cantores solistas y coro a la vieja usanza, se mantuvo la linea tradicional, heredada de los viejos murgueros, glosa y canción de presentación, picaresca, crítica costumbrista, glosa y canción de retirada.

Esta etapa se extendió hasta el año 2004, a lo largo de estos años, se visitaron varios corsos de Capital y G.B.A, una etapa donde la mujer se hace presente, siendo mayoría de integrantes en su desfile y también en su labor organizativa.

Paulatinamente, se sumaron instrumentos, como la trompeta, el saxo y los redoblantes. Manteniendo la identidad tradicional del Bombo con platillo, alcanzando a tener trece bombos de ritmo y tres bombos de pulso con manguera y cuero.

Colaboradores e integrantes muy significativos, en esta etapa que se sumaron año a año han sido Flia.Gonzalez, Flia.Garcia, Flia. Tessone, Tamara Capararo, Liliana Bonfiglio, Roberto”El Viudo”, Claudio Rogido “El Viejo”, Cristian Mazzoni, Marcelo Schirillo entre otros.

El camino a la construcción colectiva

Posterior al carnaval del 2004, se realiza una asamblea barrial en las calles Aristóbulo del Valle y Caseros (Florida), donde la mayoría de la murga y los vecinos, deciden que continúe el funcionamiento de la misma, con otra modalidad organizativa.

De acuerdo a esta decisión, se consolida una conducción de modalidad colectiva y participativa. En donde se empieza a articular con distintas organizaciones barriales, de distinta índole: cultural, educativa, gubernamental y no gubernamentales entre otros.

La etapa comprendida desde medidos del año 2004 /2005 hasta el 2010, funcionará con un sistema participativo, cuya estructura de conducción contempla la figura de referentes.

Y como todo lo nuevo, con idas y venidas, con errores y aciertos da sus frutos. Y es, a todas luces pero superada, en lo que luego será la “nueva generación” de conducción en el 2011.

Es una etapa caracterizada por la pluralidad de voces, el enriquecimiento mutuo el permanente aprendizaje que implica la diferencia, la solidaridad y el compañerismo.

La participación de la mujer ya no se limita a organizar o desfilar, sino que es parte de la conducción, se hace lugar en la historia la igualdad de género, junto a los más jóvenes que empiezan a tener mayores responsabilidades, y representación en la toma de decisiones en su conjunto.

Los Pegotes con su identidad murguera y la barriada en el corazón, empiezan a ocupar espacios de construcción colectiva, llegando a ser parte de grandes movimientos masivos como los foros de encuentro Nacional de Murgas, y viajes a la provincia de Jujuy acompañados por otras Murgas, con fines comunitarios y culturales.

Se participa en las marchas a favor de la vuelta del Feriado de Carnaval, suprimido durante la dictadura del 76. Entendiendo que ello no solo implicaba e implica el derecho cívico que se dan todos los pueblos y culturas a la fiesta popular, sino como un fuerte elemento de la tradición murguera, que dicho sea de paso, valió mucho la alegría (y no la pena) recuperar.

También se mantuvieron, los colores blancos y bordo en sus trajes, con la salvedad de que sus integrantes podían decidir entre algunas opciones en la confección de la vestimenta.

Hubo personajes muy pintorescos, pero sobre todo muy queridos y aplaudidos por todos dejándonos un gran recuerdo en el corazón, como: Raul Vazquez “El Peludo”, Ernesto Asano, “El Japo” y Roberto Marcier ,“La Coca”.

Algunos de los referentes que han trabajado muchísimo para la continuidad del Centro Murga, en esta etapa, fueron: Flia. Garcia, Flia.Gimenez, Flia. Lombardi, Flia. Oyola Rubén “Colo” Carlesi, Adrian “Chupete” Melgar , Gonzalo Molinero y Andrea Lattanzi, entre mucho otros.


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